Pequeñas historias de amor ocurridas en períodos de convulsión, revolución o guerra que nunca serán escritas o contadas III

Thomas O'Bannon mintió acerca de su edad y se alió a las fuerzas del Ejército Republicano. Tomó la desición debido a su necesidad de permanecer cerca de Sean Kogan, su cuñado. Por un tiempo prestaron servicio en la misma Unidad.
Poco tiempo después fueron separados en distintas columnas, que tomaron distintos rumbos. Kogan fue a combatir a Cork, O'Bannon permaneció en Dublin. Fue uno de los tantos caídos en la toma del edificio del Correo. Nunca le dijo a Kogan lo que sentía.

Pequeñas historias de amor ocurridas en períodos de convulsión, revolución o guerra que nunca serán escritas o contadas II

Los padres de Aspet Yanikian emigraron a Georgia esperando su llegada. Desde su adolescencia integró las filas del Partido Bolchevique, a pesar de lo contradictorio en su nombre. Recibió instrucción en armas poco antes de la invasión turca a Armenia.
Partió hacia la tierra de sus padres, en colaboración con un pueblo diezmado, contra los últimos estertores del imperialismo otomano.
Batallando cerca de Samarcanda, su unidad roja fue abatida. Malherido, cayó prisionero. Ocultó su origen identificándose con el nombre eslavo de uno de sus compañeros muertos.
En el campamento de prisioneros fue atendido por Fatma Melen, una asistente sanitaria. Se enamoró de él a primera vista. Aspet Yanikian reparó en su persona tras sus esmerados cuidados, y fantaseaba con escaparse junto a ella.
Fatma Melen, a riesgo de ser descubierta y se ser ejecutada por traición, lo besó una oscura noche.
Cierto día se formalizó un pedido del Ejercito Rojo de liberación de los prisioneros heridos, petición a la que los turcos accedieron. Fue enviado un listado con los nombres de los prisioneros, y la verdadera identidad de Aspet Yanikian fue revelada (involuntariamente) por sus camaradas.
Al enterarse de su origen, el enemigo decidió hacer una excepción con el resto de los liberados, e incluyó a Yanikian dentro de su plan genocida. Fue ahorcado frente a sus camaradas y a los ojos de Fatma Melen, en un claro mensaje de castigo étnico.
La joven Fatma regresó a Sofía al cumplir el servicio, casi seis meses después.
Unos pocos años después se casó con un pequeño comerciante.